21.- Con Jesús a Jerusalén ¡LUZ PARA EL MUNDO! -IV- (Domingo, 16/1/22)
Colaboración semanal en clave misionera de Don Antonio Evans Martos, Delegado misiones en Córdoba. España (curso 2021-22).
La Infancia Misionera tiene como proyecto ser una gran Familia Misionera con todos los niños del mundo, y todos los años nos plantea una primera urgencia: hay muchos millones de niños en el mundo que carecen de medios para poder vivir con dignidad: pasan hambre, sufren violencia, no reciben educación ni atención médica, malviven sin esperanza alguna…
Con ese objetivo invita a los niños de los cinco Continentes a involucrarse para salvar de la muerte y de la miseria a los niños del mundo entero, a tener solidaridad con sus obras e instituciones. Para ello es necesario abrir los ojos a la cruda realidad de la infancia en el mundo, son las primeras víctimas de todos y de todo. Así, busca educarlos en una sensibilidad humana, solidaria, comprometida, misionera. A la par, les pide disponibilidad para involucrarse con esas situaciones y ayudarles en lo más urgente. Y lo culmina pidiéndoles que concreten sus respuestas, que las materialicen, que las traduzcan en obras concretas de caridad.
Pero la Infancia Misionera también plantea algo que es realmente esencial: hay muchos millones de niños en el mundo que no saben que Dios es su Padre, que tiene debilidad con ellos; que les ha enviado a Jesús Niño que para iluminarlos, educarlos y darles su propio Espíritu; que se pueden incorporar a esta gran Familia de la Infancia Misionera donde todo se pone en común y siempre se tiene preferencia por los más pequeños. De donde se desprende la necesidad de anunciar y compartir la fe en Jesucristo, de darles el Bautismo y una educación cristiana, consciente de que dar bienes sin educar, es corromper, despierta una avidez insaciable. Ciertamente que la pobreza espiritual es más dramática y fuerte que la pobreza material, que orientar la mirada a Cristo es el primer y mejor servicio que se puede dar a todos los niños del mundo, y que es esencial acogerlos, incorporarlos, configurarlos e integrarlos en Cristo.
Por último, la Infancia Misionera plantea algo que es realmente único e insólito: darle el pleno y total protagonismo a los niños para que sean ellos los auténticos protagonistas de la misión con los demás niños del mundo, que formen «Una verdadera red de solidaridad humana y espiritual entre los niños de los antiguos y nuevos Continentes» (San Juan Pablo II). Con ese objetivo prepara a los niños para que sean apóstoles de los demás niños, despierta su conciencia misionera. Ese el signo de tener el Espíritu Santo, sano, el corazón de Dios, su manera de ser y actuar. Les enseña a vivir una auténtica espiritualidad misionera: vivir siempre arrebatados, encendidos de amor, y sintiéndose enviados con una opción preferencial hacia los más desvalidos y empobrecidos. Les hace sentir urgidos para llevar a cabo la salvación universal y total de los niños, a formar la gran fraternidad universal.
Don Antonio Evans Martos. Delegado Episcopal de Misiones en Córdoba-España.
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