38.-NECESIDAD DE RENOVAR LAS COMUNIDADES PARA QUE SE HAGAN MISIONERAS.

38.- Necesidad de renovar las comunidades para que se hagan misioneras (19-05-2024).

Colaboración semanal en clave misionera de Don Antonio Evans Martos, Delegado misiones en Córdoba. España (curso 2023-24).

 

Un programa de animación misionera intenta formar personas vocacionadas, que amen profundamente su propia realidad eclesial (carisma particular e Iglesia particular).

Se podrían señalar cuatro instancias prioritarias:

— Vivencia del propio carisma personal e institucional, en el que está enraizada la dimensión misionera universalista,

— vivencia de la comunión eclesial, como coordinación de vocaciones, ministerios y carismas,

— disponibilidad para el seguimiento evangélico de Cristo expresado en criterios, motivaciones, lógica y escala de valores evangélicos,

— disponibilidad para la evangelización de los más pobres, dentro y fuera de la propia comunidad, es decir, de los que no tienen la fe cristiana.

La animación o cooperación misionera «se fundamenta y se vive, ante todo, mediante la unión personal con Cristo; solo si se está unido a él, como el sarmiento a la vid (cfr. Jn 15,5), se pueden producir buenos frutos. La santidad de vida permite a cada cristiano ser fecundo en la misión de la Iglesia» (RMi 77).

Si no hubiera esta renovación de la propia comunidad, difícilmente se podría dar la animación misionera de la Iglesia particular. Una comunidad eclesial renovada es escuela de misionariedad. Es necesario planificar la formación inicial y permanente, de suerte que derive hacia la participación de personas e instituciones en el dinamismo misionero de la Iglesia particular. «Es necesaria una radical conversión de la mentalidad para hacerse misioneros, y esto vale tanto para las personas, como para las comunidades» (RMi 49).

La llamada «nueva evangelización» supone una renovación de la comunidad eclesial para que responda generosamente al deber de la misión «ad gentes». Así se llega a una cooperación efectiva y afectiva en todos los aspectos.

Hay que formar para una mentalidad misionera de dar y recibir. La actitud de dar equivale a compartir los dones recibidos con los hermanos de la misma familia de hijos de Dios, alejando todo ti-po de proteccionismo, paternalismo o neocolonialismo. Se puede y debe dar también «desde nuestra pobreza». «La Iglesia misionera da lo que recibe… La generosidad en el dar debe estar siempre iluminada e inspirada por la fe: entonces sí que hay más alegría en dar que en recibir» (RMi 81). Verdaderamente «hay mayor felicidad en dar que en recibir» (Hch 20,35).

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Don Antonio Evans Martos. Delegado Episcopal de Misiones en Córdoba-España.

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