«CON LA FUERZA DE TU SÍ».

«Con la fuerza de tu sí»

  • San Juan Bosco, fundador de los Salesianos, va a ser el gran protagonista de la XI Marcha Misionera Diocesana. Este santo sacerdote (1815-1888) de Turín (Italia) tuvo tal carisma y enganche con niños y jóvenes que fue proclamado por San Juan Pablo “Padre y Maestro de la Juventud”.

  • Pero además era tal su fuerza y su empuje, así como sus muchas cualidades, que es también el patrono de editores, aprendices, cineastas, estudiantes de formación profesional, artistas de circo (magos e ilusionistas) y actores de doblaje.

  • De hecho, en España, los Premios Goya de Cine se entregan alrededor de la fiesta de este santo (31 de enero), siguiendo una tradición de los actores.

  • Ya en sus años de Seminario reconoce que hay un hecho que le marca y que le llevará a avivar cada vez más en su corazón los deseos de ser sacerdote “paraestar en medio de los jóvenes, entretenerme con ellos y ayudarles en todo cuanto fuera necesario. Es más, cuando, equivocadamente, lo están tratando de “casi loco” –en alguna ocasión trataron de engañarlo para llevarlo al manicomio- respondió: “He consagrado mi vida al bien de la juventud. […] no puedo alejarme del camino que me ha trazado la divinaProvidencia”.

  • La vida de una persona como San Juan Bosco no está exenta de dificultades. La santidad no te ahorra los inconvenientes y problemas.

  • Sin embargo, en esas situaciones, ayudado por la gracia de Dios, no se achica en ningún en momento: […] les confieso con franqueza que ante la verdad no temo a nadie; al hacerme sacerdote, me consagré al bien de la Iglesia y de la pobre humanidad”.

  • Cuando todas las puertas se le cerraban y no encontraba un lugar en el que poder reunir a todos los jóvenes que se congregaban en torno a él no le dolían prendas al rezar así: “Dios mío, ¿por qué no me señaláis claramente el lugar en donde queréis que reúna a estos chicos? Dádmelo a conocer o decidme que he de hacer”.

  • De esta búsqueda y de oraciones como esta surgió el Oratorio:

  • “Palpé entonces por mí mismo […] encontraban una mano benévola que se ocupara de ellos[…] He ahí el origen de nuestro Oratorio que, con la bendición del Señor, creció tanto como entonces nunca hubiera imaginado”. Ya, a estas alturas, había conseguido que se hicieran llamar “los pilluelos de Don Bosco”.

  • Congregar a los jóvenes en el Oratorio es su gran tarea y para llevarla a cabo cuenta:

  • No solo con la ayuda de esa “mano benévola”:“En medio de las continuas y dolorosas vicisitudes que oprimen a la pobre humanidad, siempre se encuentra la mano benéfica del Señor para mitigar nuestras desgracias”.

  • Sino que además echa mano de sus más originales cualidades: “Las tácticas para los saltos, carreras, juegos de mano o de habilidad, cuerdas y bastones se practicaban bajo mi dirección, puesto que las había aprendido anteriormente de los saltimbanquis”.

I.- LA LLAMADA (Llamada a ser misionero de los jóvenes)

  • El Señor marca a Don Bosco con una “llamada muy concreta”: “En este momento, siento encontrarme en medio de una multitud de muchachos que solicitan mi ayuda”. Una llamada que se va a ir concretando en momentos tales como cuando joven sacerdote recibe un consejo que le va a influir especialmente:[…] Más que razonamientos, aténgase a los ejemplos, a comparaciones, a fábulas sencillas y prácticas. Recuerde siempre que el pueblo entiende poco, y nunca se le explican lo bastante las verdades de la fe”.

  • El Papa Francisco, no hace mucho, explicaba así esta “disposición” y “actitud” para con los jóvenes en la exhortación Christus vivit: “En esta búsqueda se debe privilegiar el idioma de la proximidad, el lenguaje del amor desinteresado, relacional y existencial que toca el corazón, llega a la vida, despierta esperanza y deseos.[…]El lenguaje que la gente joven entiende es el de aquellos que dan la vida, el de quien está allí por ellos y para ellos, y el de quienes, a pesar de sus límites y debilidades, tratan de vivir su fe con coherencia” (CV211). Verdaderamente este fue el idioma y el lenguaje de Don Bosco.

  • Como se habrá podido comprobar, Don Bosco creía en los jóvenes, creía en la Juventud contra viento y marea.

  • Ahora bien, siendo realistas, es oportuno recordar que hay quien, por un lado, hace de la juventud un “dios” y también, por otro lado, hay quien piensa – los menos – que la juventud es una “enfermedad pasajera”.

  • El Papa Francisco es muy claro con respecto a lo primero: “No hace bien caer en un culto a la juventud, o en una actitud juvenil que desprecia a los demás por sus años, o porque son de otra época” (CV16).

  • E igualmente claro con respecto a lo segundo –lo de la “enfermedad pasajera”-: “La verdadera juventud es tener un corazón capaz de amar” (CV13); “Ser joven, más que una edad es un estado del corazón” (CV34).

  • Cuenta el mismo Don Bosco cómo en torno a su persona y sus jóvenes siempre circularon habladurías de que “en cualquier momento, podía provocar una revolución con sus jóvenes”. Por una vez “las habladurías” parecen ser útiles y, seguramente sin pretenderlo, parecen poner el dedo en la llaga al mezclar las palabras “revolución” y “jóvenes” ya que “un joven no puede estar desanimado, lo suyo es soñar cosas grandes, buscar horizontes amplios, atreverse a más, querer comerse el mundo, ser capaz de aceptar propuestas desafiantes y desear aportar lo mejor de sí para construir algo mejor” (CV 15).

  • También es cierto que conviene no engañarse. La cuestión se hace difícil cuando vives en un mundo carente de utopías y sin maestros que tengan autoridad reconocida; cuando estás en una sociedad que exalta a la juventud y le hace multitud de promesas, pero luego la manipula y excluye de lo prometido. De ahí que tal vez sea oportuno formular alguna que otra pregunta en voz alta:

  • ¿No sucede a veces que “una cierta actitud tolerante” o “las ganas de probar nuevas experiencias” se transforman, en algunas ocasiones, en falta de pasión, inseguridad e incapacidad para afrontar la propia vida?

  • ¿No puede pasar que vivir única y exclusivamente en “lo inmediato” sea signo de una especie de miedo a un futuro que produce incertidumbre, preocupación y miedo?

  • Si toda la filosofía de un joven cabe en el principio del “Vale lo que me agrada, no vale lo que no me agrada”,¿hasta qué punto no se ha hecho del consumismo un “dios”, de la “pura evasión” una mística, y de “lo que se lleva” una ética?

  • ¿Qué ha quedado de la palabra revolución cuando el joven no busca cambiar el mundo sino crear el propio, reflejo de sí y lugar de refugio y protección?

II.- NECESIDAD DE FUERZA Y PASIÓN (Para responder hay que ser joven de verdad)

  • Debajo de todo lo dicho hasta el momento están dos palabras clave: Fuerza y Pasión.

  • De seguro que el Papa Francisco en este momento añadiría: “Contrariamente a lo que muchos piensan, el Señor no quiere debilitar estas ganas de vivir” (CV 145).

  • Además de su ya célebre: “Arriesguen, aunque se equivoquen. No sobrevivan con el alma anestesiada ni miren el mundo como si fueran turistas. ¡Hagan lío!” (CV 143).

  • Justo el día que entraba en el Seminario, San Juan Bosco leyó una inscripción en el reloj de sol del patio del mismo de la que reconoció que le marcó especialmente: “Las horas pasan lentas para los afligidos, veloces para los que están alegres”.

  • Incluso en su infancia con un grupo de sus amigos más cercanos llegó a formar la “Sociedad de la Alegría” en la que “estaba prohibido todo cuanto ocasionara tristeza, especialmente las cosas contrarias a la Ley del Señor”. Nadie en su sano juicio podrá poner en duda que esta alegría verdadera no es sino fruto de la suma de la fuerza y de la pasión propias de la juventud.

  • Precisamente el Papa Francisco pregunta a todo joven corazón: “¿Buscas pasión?”. A lo que él mismo responde con unos versos del Padre Pedro Arrupe: “¡Enamórate! (o déjate enamorar), porque ‘nada puede importar más que encontrar a Dios.

  • Es decir, enamorarse de Él de una manera definitiva y absoluta. Aquello de lo que te enamoras atrapa tu imaginación, y acaba por ir dejando su huella en todo.

  • Será lo que decida qué es lo que te saca de la cama por la mañana, qué haces con tus atardeceres, en qué empleas tus fines de semana, lo que lees, lo que conoces, lo que rompe tu corazón y lo que te sobrecoge de alegría y gratitud. ¡Enamórate! ¡Permanece en el amor! Todo será de otra manera’” (CV 132).

  • Hay fuerza y pasión cuando se descubre:

  • Que uno no “puede pasar su juventud distraído, volando por la superficie de la vida, adormecido, incapaz de cultivar relaciones profundas y de entrar en lo más hondo de la vida”(CV19).

  • Cómo“a veces, toda la energía, los sueños y el entusiasmo de la juventud se debilitan por la tentación de encerrarnos en nosotros mismos, en nuestros problemas, sentimientos heridos, lamentos y comodidades”(CV 166).

  • Lo dicho no excluye el tropiezo, la caída, en una palabra, el pecado; pero ahí es donde brilla sobremanera para el joven la experiencia del mismísimo San Pablo: “‘Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad’. Así que muy a gusto me glorío de mis debilidades, para que resida en mí la fuerza de Cristo. Por eso vivo contento en medio de mis debilidades, los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2Co 12,9-10).

III.- «LA FUERZA DE TU SÍ»(Con la ayuda de la Gracia)

  • Lo de “la fuerza de tu sí” no es una apuesta por una especie de voluntarismo o la ingenuidad de llegar a pensar en la posibilidad de fabricar –“formar” se diría más finamente- un “Superjoven”. No es esa la “onda”.

  • La “onda de la fuerza de este sí” se sintoniza cuando te dejas “amar por Dios, que te ama así como eres, que te valora y respeta, pero también te ofrece más y más; más de su amistad, mas fervor en la oración, más hambre de su Palabra, más deseos de recibir a Cristo en la Eucaristía, más ganas de vivir su Evangelio, más fortaleza interior, más paz y alegría espiritual” (CV 161).

  • La fuerza de este sí se dice con lenguajes como este: “¡Este mundo está repleto de belleza! ¿Cómo despreciar los regalos de Dios?” (CV 144).

  • Luego,la fuerza de este sí no está únicamente en la fuerza y la pasión del joven sino en la Gracia –otra vez San Pablo: “Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad”-. Para San Juan Bosco todo esto era relativamente sencillo:

  • […] así como las gracias del Señor forman parte una especie de cadena –de suerte que un anillo se une con otro-, del mismo modo, si aprovechamos las primeras gracias, podemos estar seguros de que Dios nos concederá otras mayores;

  • y, si secundamos los fines del Oratorio, caminaremos de virtud en virtud hasta alcanzar la patria feliz, en donde la infinita misericordia de nuestro Señor Jesucristo dará a cada uno el premio merecido”.

  • Ya ha salido al principio esto mismo del Oratorio. Para San Juan Bosco es una intuición que él mismo vive desde su juventud, casi sin saberlo, practicando lo que llama “este sublime consejo”: “Dichoso quien tiene un monitor. Y aquel de Pitágoras: ‘Si no disponéis de un amigo que os corrija los defectos, pagad a un enemigo para que os preste este servicio’”.

  • Años más tarde él mismo se va a reafirmar en su idea cuando reconoce sin rubor con respecto a los chicos que van a su Oratorio, que […] no pocos de ellos son ligeros y traviesos y se acercan únicamente atraídos por los paseos y diversiones que organizamos; solo así se deciden a asistir también al catecismo y a las prácticas de piedad”.

  • Lo cual le lleva a concluir: “Sería preciso que cada parroquia tuviera además un lugar adecuado para reunir y entretener a estos muchachos con diversiones agradables”.

  • El joven en su sí necesita ese Oratorio y ser acompañado, y la Iglesia no sería ella misma si no se lo ofrece.

  • Necesariamente el espíritu del Oratorio de San Juan Boscoha de continuar: “Nos hacen falta crear más espacios donde resuene la voz de los jóvenes: ‘La escucha hace posible un intercambio de dones, en un contexto de empatía […]. Al mismo tiempo, pone las condiciones para un anuncio del Evangelio que llegue verdaderamente al corazón, de modo incisivo y fecundo’” (CV 38).

  • En definitiva, el Oratorio de San Juan Bosco nos recuerda una llamada apremiante: “Crear ‘hogar’ en definitiva es crear familia; es aprender a sentirse unidos a los otros más allá de vínculos utilitarios o funcionales, unidos de tal manera que sintamos la vida un poco más humana. Crear hogares, casas de comunión, es permitir que la profecía tome cuerpo y haga nuestras horas y días menos inhóspitos, menos indiferentes y anónimos” (CV 217).

  • Por “la fuerza de tu sí”, por la fuerza del sí de un joven capaz de “guiar a otros jóvenes y de vivir un verdadero apostolado entre sus amigos” (CV 219), ese “otro joven” podrá descubrir que la fe no es menos que otras dimensiones de la vida cotidiana como la familia, la salud, los amigos, el trabajo o el bienestar. Es la fuerza de este sí la que hace palpar que la experiencia de haber encontrado a Cristo no es de suyo algo poco real frente a otras dimensiones verdaderamente reales de la vida que despiertan su interés efectivo: familia, trabajo, amigos…