IDEARIO DE LA MARCHA MISIONERA-CÓRDOBA.

IDEARIO DE LA MARCHA MISIONERA-CÓRDOBA.

“Citados a las 9:30 en la iglesia parroquial de Albendín, se reunieron 290 personas aproximadamente. La marcha se inició con una oración y con un vídeo sobre la vida de Santo Domingo de Henares”

Así comenzaba la crónica de la primera marcha misionera el sábado 21 de abril de 2012.

La marcha misionera SURGE a raíz de la celebración de una campaña del Domund y el encuentro entre un misionero, el Padre Rolando SX (Sociedad de los Javerianos) y el trabajo de un sacerdote con la juventud, D. Miguel David Pozo.

Se ideó como parte de la formación de los jóvenes que caminaban en la vida cristiana, y sigue siendo ese su ideal: no está orientada a jóvenes desconocedores del mensaje cristiano sino a aquellos que ya caminan; de hecho, el camino que siempre se hace quiere simbolizarla voz de Dios en la naturaleza. Esa parte de la marcha es un encuentro con Dios, juntos, pero en la naturaleza, con el recorrido y tiempo justo para salir de uno mismo(unos 9 kilómetros), de nuestra rutina, de la ciudad o pueblo donde uno vive, para reflexionar, caminando con otros.

Es misionera porque no podemos encerrarnos en nosotros mismos y pensar solo en los nuestros, sino abrirse a los demás. Hoy más que nunca los jóvenes tienen la necesidad de encontrarse con otros jóvenes;con otros que también caminan. Misionera porque anunciamos a Cristo;salimos caminando por Cristo, convirtiéndonos así ya en un Anuncio.

En su CONFECCIÓN anual siempre se busca un Santo, si es de la localidad o cercano mejor aún, y su dimensión misionera. Al mismo tiempo, se cambia la localización (capital, sierra, campiña), y se intenta integrar en ella a colectivos que luego pasan a formar parte del equipo que realiza las siguientes marchas misioneras. Capitaneada por la Delegación Diocesana de Misiones, colaboran las Delegaciones Diocesanas de Catequesis, de Juventud, de Pastoral Vocacional y el Seminario de San Pelagio (que imparte la formación ese día), la Fundación Santos Mártires,y los Misioneros del SCAM (en su génesis la marcha Misionera iba acompañada/precedida durante todo el curso pastoral de una formación que se llevaba a cabo en la Sierra, Campiña y un grupo de jóvenes de la Delegación de Misiones en la Capital). En la actualidad esa animación por parte de los Misioneros Javerianos se sigue haciendo como preparación inmediata, no remota.

El ESQUEMA que repetimos es el siguiente:

Una vez registrados los jóvenes, y con su pañoleta de los cinco colores misioneros, se pasa a la Oración Inicial con un testimonio en la que mediante una performance o similar presentamos la figura del Santo y damos comienzo al camino.

Durante el mismo, el silencio alternado con cantos, el rezo del Rosario y las Confesiones nos llevan a las puertas del pueblo o lugar que tenemos como destino para la catequesis que ya recibieron los jóvenes en sus respectivos grupos de pertenencia pero que ahora los seminaristas realizan de nuevo de forma más breve.

Tras otra etapa del camino se realiza el Almuerzo en el que conviven unos con otros.

A continuación, se tiene un nuevo testimonio misionero y un tiempo de adoración al Santísimo ambientado por el grupo Hakuna.

De ahí se suele salir en procesión con la imagen del Santo (portado por jóvenes de la marcha anterior) hacia el lugar elegido como meta de la Marcha Misionera.

Concluyendo la Marcha Misionera con la celebración de la Eucaristía presidida por el Sr. Obispo y concelebrada por los sacerdotes que nos acompañan ese día.

La habitual programación de la Marcha el sábado del 4º Domingo de Pascua, el Buen Pastor, siendo también la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y Vocaciones Nativas, remarca esta dimensión vocacional que tanto anhelamos.

Después de Guadalupe, a nivel Diocesano, la Marcha Misionera ofrece la posibilidad de que jóvenes en gran número se encuentren con otros jóvenes convirtiendo esa jornada en la posibilidad de crecer y madurar no solo en su vida cristiana sino también en la necesaria dimensión misionera que cada joven ha de tener.

La Marcha en sí ya se convierte en un testimonio misionero para la Diócesis y en una llamada a la urgente necesidad de anunciar a Cristo y consigue aunar durante el curso a Delegaciones Diocesanas y colectivos en un trabajo común.